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Una política exterior europea futura coherente y activa

Una política exterior europea futura coherente y activa

La Unión debe influir en sus vecinos y en el mundo promoviendo la paz, la estabilidad, la prosperidad y la seguridad. Para conseguir resultados significativos, necesitamos una política exterior coherente y activa. El PDE sostiene que la Unión y sus Estados miembros deberían hablar con una sola voz decisiva sobre las principales cuestiones del mundo actual. La actual situación, con sus políticas débiles, no refleja el verdadero potencial de la Unión. Deberíamos revisar concienzudamente nuestras normas internas de toma de decisiones y de participación en los asuntos internacionales para convertirnos en un actor más eficaz y respetado y transformar la Unión para que pase de ser un poder blando a un auténtico protagonista mundial.

La futura política exterior europea debería basarse en un hecho fundamental: Europa no es solo un continente, no es solo un espacio político y cultural, no es solo un espacio económico; Europa es, por encima de todo, una herramienta mundial de resolución de conflictos. Así es como se nos percibe en todo el mundo, y en ello debería inspirarse nuestra política exterior. Hemos pasado de ser un “territorio de guerras” con “enemigos heredados” a una entidad democrática de paz y desarrollo con la voluntad de ser “constructora de la paz”.

En el mundo, Estados Unidos continúa siendo nuestro aliado y un importante interlocutor, pero es necesario resolver mediante el diálogo y la persuasión las cuestiones vigentes en relación con el comercio y los aranceles. Por otra parte, no se debe descuidar a Rusia ni su papel en el mundo. Existen aspectos de conflicto y aspectos de cooperación importantes entre la Unión y el gobierno ruso sobre los que deberíamos seguir trabajando con determinación. Respecto a las potencias mundiales emergentes, nuestros acuerdos comerciales y nuestra diplomacia activa desempeñan una función esencial en nuestra relación con ellas. Al respecto, la política exterior común debería centrarse en una verdadera asociación entre la Unión Europea y la Unión Africana.

Asimismo, debemos proseguir con mayor vigor en nuestras políticas de vecindad. Por ello, debemos comprometernos de forma más activa con nuestros vecinos de los Balcanes occidentales. Debemos convencerlos de que abandonen la retórica nacionalista, respeten las relaciones de buena vecindad, adopten normas democráticas sin reservas y reformen su economía y su administración.

El PDE apoya la postura de la Unión de Centristas griega (ENOSI KENTROON), que solicita que, tras las elecciones nacionales en Grecia, el pueblo griego se pronuncie en referéndum sobre la denominación final de la ARYM, puesto que no ha sido consultado antes de la firma del Acuerdo de Prespa.

En cuanto a la situación en Chipre, una solución europea implica necesariamente la retirada del ejército turco y de los colonos, además de la abolición del sistema de garantías por parte de las potencias involucradas, un sistema que en el pasado ha abierto el camino a la intervención militar.

Trasladándonos más al este, el gobierno de Ankara ejerce una política exterior agresiva y una política interior autoritaria. Debería quedar claro que es necesario frenar cualquier forma de agresión hacia los Estados miembros de la UE, incluidos Chipre y Grecia, o hacia países no miembros, como Siria e Irak. Turquía debe reconocer la realidad del pueblo kurdo y otorgarle el grado necesario de autonomía.

Nuestra asociación oriental es fundamental, especialmente con aquellos socios con los que hemos firmado acuerdos de asociación (como Ucrania, Georgia y Moldavia), y también con otros socios que tienen necesidades y perspectivas distintas (como Armenia, Azerbaiyán y Bielorrusia). Asimismo, no podemos descuidar a nuestros vecinos meridionales, más diversificados. Debemos encontrar soluciones realistas y adaptadas para atraer a los países del norte de África y los países árabes cerca de nosotros. La Unión debe seguir comprometida con el proceso de paz en Oriente Medio. Las dimensiones orientales y meridionales de nuestra acción exterior han de ser equilibradas.