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La recuperación de la zona euro, la batalla por la innovación y una política industrial europea

La recuperación de la zona euro, la batalla por la innovación y una política industrial europea

1) Una zona euro sólida y gobernada democráticamente.

De todos los logros de la Unión Europea, el euro es, sin duda, uno de los principales. Desde su creación, ha cumplido las misiones que le fueron asignadas en los tratados: garantizar la estabilidad de los precios y favorecer el comercio. También sirvió para amortiguar el golpe provocado por la crisis financiera de 2008, como soporte para la gestión de los déficits fiscales y la creación de liquidez favorable para la reactivación del crecimiento.

Si bien el éxito del euro es poco discutible, el rendimiento de la zona euro suscita algo más de controversia. En los últimos años, la tasa de desempleo en la zona euro (que agrupa a 19 países) ha sido constantemente superior a la de los 28 países de la Unión Europea. Durante el mismo período —y sigue siendo el caso hoy en día—, el índice de aumento del Producto Interior Bruto de la zona euro ha sido más bajo que el de los 28 países europeos. Además, dentro de la zona, hay más diferencias que convergencias en términos de rendimiento entre los países.

Para los ciudadanos, el euro es una auténtica paradoja: representa el concepto de lo más cercano (la moneda que tienen en el bolsillo), pero también de lo más lejano (la moneda de una zona indefinida, gobernada por autócratas en organismos opacos).

El futuro del euro y la zona euro hacen que sea necesario reconciliar estas diferencias en la percepción y el rendimiento.

La propuesta del PDE para reactivar la zona euro se basa, en particular, en una iniciativa de convergencia organizada para los países proeuropeos proactivos de la zona euro (de 5 a 7 países) que incluye al binomio francoalemán. Estos países definirían conjuntamente un objetivo de convergencia en cuanto al entorno regulatorio económico, fundamentos fiscales, bloque social y legislación laboral; acordarían uno o dos proyectos de inversión conjunta en el ámbito de la innovación, la tecnología digital o la industria del futuro (por ejemplo, una agencia digital y de inteligencia artificial). Convergerían hacia este objetivo, cada uno libremente, según sus procedimientos nacionales, en paralelo los unos con los otros en un plazo de tiempo corto (3 años); en resumen, en una especie de convergencia paralela.

Otra de las claves de estímulo de la zona euro es evidentemente desarrollar recursos propios deducidos de los impuestos nacionales, como, por ejemplo, un impuesto sobre las transacciones financieras o un impuesto al bloque GAFAN (Google, Apple, Facebook, Amazon, Netflix). El objetivo será financiar políticas nuevas y paliar la pérdida de recursos presupuestarios ocasionada por el BREXIT. Asimismo, el objetivo no es instaurar un sistema de recaudación de impuestos a escala europea ni incrementar la carga fiscal sobre los ciudadanos europeos.

Asimismo, para el PDE es posible y deseable, fortalecer la gobernanza de la zona euro sin tener que revisar los tratados.

- La creación de una comisión de finanzas interparlamentaria de la zona euro para ejercer el control democrático. Esta formación parlamentaria se centraría en los retos financieros de la zona euro y en su presupuesto. Estaría constituida por miembros permanentes de las comisiones financieras de los parlamentos nacionales y por miembros de la comisión ECON del Parlamento Europeo. Su objetivo sería supervisar las decisiones que afectan directamente a la zona euro con respecto a cuestiones económicas y presupuestarias, además de mejorar el vínculo entre el nivel nacional y el europeo en el ámbito presupuestario.

- El nombramiento de un vicepresidente de la Comisión Europea, responsable en particular de la zona euro, que dialogue directamente con los parlamentos nacionales interesados y con la comisión interparlamentaria.

Para afrontar futuras crisis, la UE debe completar la Unión Monetaria Europea con una unión bancaria completa que incluya un sistema europeo de garantía de los depósitos.

2) Invertir en investigación y desarrollo

La investigación y la innovación siempre han desempeñado una función decisiva en la competitividad de las empresas y en el crecimiento económico. Esto es más cierto que nunca, ahora que encaramos un período de transformación tecnológica, de desafíos sin precedentes para proteger el planeta del calentamiento global, de nuevas amenazas en materia de seguridad y defensa y de mayores aspiraciones por parte de los ciudadanos a una verdadera calidad de vida y a un mayor respeto por el medio ambiente.

Europa debe movilizarse más para hacer frente a estos desafíos.

De hecho, la proporción del PIB que la UE dedica a investigación y desarrollo es tan solo del 2,03 %, prácticamente un punto porcentual por detrás de su objetivo declarado (3 %). Peor aún, 17 de los 28 Estados miembros dedican a ello menos del 1,5 % de su PIB. En general, en materia de inversión en investigación e innovación, la UE está aproximadamente un 1 % por detrás de los EE. UU. y un 1,5 % por detrás de Japón, por no hablar de China.

El PDE quiere que la UE continúe siendo una potencia económica líder a escala mundial. Por este motivo, solicita:

  • Incrementar como mínimo a 120.000 millones de euros los recursos destinados para el futuro Programa Marco de Investigación (Horizonte Europa).
  • Reforzar la parte dedicada a la investigación y a la innovación dentro del uso de los fondos estructurales.
  • Destinar al futuro fondo de inversión comunitario (Invest EU) los medios necesarios para fomentar una inversión del sector privado, en el mejor de los casos, de 200.000 millones de euros adicionales en los próximos 7 años, en beneficio de la investigación y la innovación.
  • Lanzar un nuevo y ambicioso programa de apoyo a la economía digital y la inteligencia artificial.
  • Concentrar particularmente los fondos del FEDER en las infraestructuras del conocimiento.

3) Implementar una auténtica política industrial

Durante siglos, y especialmente en los siglos XIX y XX, la industria ha sido la base del poder de los estados europeos. Sigue siendo el caso hoy en día, aunque el sector servicios haya avanzado gradualmente hacia una posición clave.

Los números hablan por sí solos. La industria europea da empleo a más de 30 millones de personas. Produce el 17 % del valor añadido y creado en Europa y representa casi el 70 % del total de sus exportaciones. Cada uno de los empleos en el sector industrial contribuye directa o indirectamente a la creación de otros dos empleos en la cadena de valor. A pesar de ello, no es posible afirmar que exista una auténtica política industrial en Europa. La única existente, para el carbón y el acero, ya quedó amortizada.

Es cierto que la UE se mantiene entre los líderes mundiales en muchos sectores: química, farmacia, fabricación de metales, transporte (aéreo, ferroviario, por carretera), etc. Sin embargo, estamos distanciándonos de los EE. UU. respecto a los sectores del futuro y nos vemos amenazados por la creciente relevancia de China.

Es necesario reaccionar urgentemente. El PDE propone:

  • Elaborar y aplicar una estrategia para el desarrollo de la industria europea en los sectores clave para el futuro: digital, inteligencia artificial, tecnología de descarbonización, espacial, etc.
  • Establecer un dispositivo de autorización previa para inversores extranjeros que intenten controlar empresas e infraestructuras europeas definidas como estratégicas.
  • Revisar las normas actuales de competencia para no obstaculizar la constitución de gigantes europeos por parte de las empresas que operan en el mercado mundial.
  • El establecimiento de un mecanismo antidumping más rápido y eficaz para sancionar las importaciones que no respeten las normas de una competencia leal.